Como describir lo que pensé, pienso y pensaré... bueno finalmente igual es mierda

miércoles, junio 14, 2006

Una historia sin asesinatos y la última vez que comí chocolate



Era una noche de relajo y yo saboreaba el hoyito que tiene mi muela, tenía un sabor como a chocolate, lo que hacía que me pregunte… ¿cuando fue la última vez que comí chocolate?, bueno hasta que me acordé. Estábamos en la típica -casi mítica- pieza cuya puerta dice, “dios te ama” y “dios… algo (no me acuerdo que cresta)”, si tan sólo supiera dios la clase de personas que viven al interior de esos dos metros cuadrados… bueno la cosa es que estamos todos reunidos (todos quiere decir, el Chivo, Marcólico, Lechero, Gonca y quien habla, La Coneja) degustando un vino fino -nos había costado $1560 pesos los dos litros- para celebrar lo bien que nos había ido -ustedes entienden-.

Hablábamos de la vida y… bueno la muerte. Sin embargo en esta historia sólo me quiero referir a la vida, para que no crean que somos asesinos despiadados y eso. El caso es que se nos calentó el hocico y por qué no decirlo se nos calenTÓ… el motor. Quiero detenerme aquí un minuto para asegurar que el alcohol produce una inmediata reacción mecánica en el interior de los hombres, uno bebe y piensa de inmediato –y para seguir con la mecánica- en pasar el pistón por un cilindro que con cada copa se ve más y más brillante.

En vista de esto decidimos ir a la casona verde, antro de perdición del estudiante, un oasis en medio del desierto –y vaya que lo tomamos a pecho. No que tomamos con el pecho, ni tomamos el pecho, bueno tocamos algunos pechos-, pagamos la entrada e ingresamos al local (se han fijado lo cuiquito que estoy para redactar, no se confundan, estoy seguro que no me durará mucho). Una vez dentro pedimos nuestro trago de costumbre, una Escudo de litro, una finura, tan bella y rica, lejos la más rica de todas la baratas –como nos gusta-.

Una, dos, tres, a la cuarta ya estábamos bailando, bueno menos el lechero que se nos descompuso o alguien se lo puso, puesto que se encontraba algo inerte en el baño e imitando los sonidos guturales que hace miguelitro por las noches (en realidad todavía hace esos sonidos). Hacía algo así como glglglglglglglglglglglglglglgtttttttglglglglglglglgl-gaaaaagggggggglglglglgl, bueno más o menos así.

El chivo y yo estábamos en el lugar, disfrutando del espectáculo. Hace tiempo que no nos reíamos tanto, al término del güitro, miguelitro ingresó al cubículo y tiró la cadena, jajaja la wea se rebalsó y comenzó a escurrir por los lados y en el piso del local. Le hicimos maniobras de resucitación a nuestro pobre canuto amigo, -no nos resultaba ya que lo único que sabemos hacer es matar y hablar de cosas irrelevantes-, así que conseguimos a alguien que le haga respiración boca a boca, y allí estaba, la narilocoalnaja, amiga de casi toda la vida y ahora se encontraba salvando a mi amigo, -si tan sólo supiera el porque de su estado, te apuesto que no lo habría intentado, bueno a esa hora las papilas gustativas se anulan, así que no teníamos razón para decirle-… PERO LE DIJIMOS jajaja, claro después que lo resucitó –vale decir que lo resucito por parte, según parece-. Nos cagamos de la risa por la cantidad de muecas que hizo en una fracción de segundo, sólo imitable por el chivo.

Luego de aquella escena, elaboramos una compleja situación de cacería, queríamos ir de caza, para luego ir a casa. El Chivo sugirió una competencia de quien era el que se comía la mina más fea, -sugería esto, porque según él, andaba too moco y no le importaba si la mina era puro norte-. Finalmente decidimos lanzarnos a la vida de forma individual.

Fui a hablar con Marco Antonio Solís, el que se encontraba bebiendo con el Chasca un amigo en el que se podía confiar, hablábamos de nuestros temas de interés, por ejemplo mujeres, vandalismo mediático, trafico de información, etc.

En algún momento me di unas vueltas por el local y misteriosamente recordaba mis palabras… “siempre nos cagan por pensadores”, -bueno, en vista de eso me lance a la vida sin pensar niuna wea-. El saldo fue lamentable, salí corriendo por la mitad de General Lagos mientras llovía copiosamente. En otro paseo ví que a marcólico lo seguía una patty polla, el pobre lechero tuvo que ser rescatado por mi de la peroncha. Todo esto me inspiraba a hacer cosas que no quería hacer, sólo quería pasarlo bien y en lugar de eso sólo arrancábamos de un lado para otro.

No aguante más así que fui al baño de los pobres. Luego volví y estaba la caga, todos con su peor es naa, así que saque de mi bolsillo la Vulcan M-61A1 que me regalo un depredador, aquella pesa unos 126 kilos, dispara unas 6.000 rondas por minuto, cañón de 20 milímetros y eso po. Como les decía, la saqué molí a todo saco wea que se atraveso… así maté a la pareja del lechero, a la enfermera, a wade que descubrimos que no estaba muerta, a la gordita y su ganado, eee a la patty polla, a la Chechi, a peco reco y al hipérbaton que andaba buscando miguelitro, desde el año pasado… y bueno eso pasaba en mi mente.

La verdad es que en un momento decidimos aplicar nuestras técnicas de caza. Nuestro escuadrón de asalto y abordaje se movilizó siempre agachao, mostrando toda su fuerza de choque. El Lechero leche cortada, o sea, nuestro diminuto estandarte de aguante se encontraba como una vil mierda dispuesta a lo que venga (aer sabido le encaleto la gordita), mientras que la fuerza logística se embriagaba como penca.

Los resultados fueron nefastos, en un momento nos pillamos con un weón que nos invitó a tomar una chela a cambio de bailar con unas minas, bueno en realidad de minas no tenían mucho. Incluso, yo recuerdo que Miguelitro estaba bailando con dos de ellas, cuando lo vi acercarse.

- Ahora soy el rey del ganado-, me dijo.

A lo que tuve que preguntar ¿Por qué?

- Por que tengo a dos vaquitas bailando conmigo-

Sólo pode lanzar una carcajada e inventar algo para calmar la curiosidad de mi compañera. Hasta aquí era una más de nuestras noches de fracaso en la casona. Sin embargo me acorde de que siempre puede ser peor. Por el lugar donde yo bailaba pasaba mucha gente, así que me moví levemente hacía un costado. Ella me invitó a comer un chocolate con almendras (después de tomarse su cerveza y fumarme sus cigarros) yo acepte, sin pensar que ese maldito chocolate marcaría mi vida.

Ya había terminado de comerme el chocolate, pero la maldita puta almendra se quedó en el hoyito de mi muela. Yo peleaba por sacarla y eso causo que en un momento estirara tanto mi trompita (nanay) que ella me dijo…

- Eres un fresco…

Y tú eres gorda (respondí mentalmente)

Que se cree, yo soy lo mejor que puede tener ella en una fiesta, y me trata de fresco. Bueno, en ese momento tenía algo mejor que hacer… sacar la maldita almendra del hoyito de mi muela. Tanto era mi afán que volví a estirar mi trompita (para que me crean, intenten tocar sus muelas con la lengua y hacer algo de succión… ven como se les estira la trompa) y en eso y sin pensar me estaba besuquiando con ella.

No puede ser pensé. ¿Qué me está pasando? Y me acordé nuevamente de la frase “aún puede ser peor”, cuando todo estaba en la parrilla me dijo…

- Vamos a cabaña

- Yo voy, pero sin ti. (pensé)

Por suerte en ese momento se prendieron las luces y en un hábil movimiento me di a la fuga… pero ya lo saben “aún puede ser peor”. Me di vuelta y vi a Miguelitro y Marcólico muertos de la risa.

- ¿Te la comiste? Preguntó Miguelitro

- si weón, no sé como pasó. (convencido de que habían visto la dramática escena)

Jajajuajaujaujuajua, no puede ser, hasta me acuse sólo, porque ellos habían estado pendiente de otra cosa. Lo ven siempre puede ser peor. Quizás lo único bueno del final de la noche es que logre sacar la almendra del hoyito de mi muela. Sólo espero no hacer sonidos guturales como Miguelitro.